05-03-2017 Toñi Romero y Juan de Dios Santiago


































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Antonia Romero reivindica el cante de la mujer flamenca
10-03-2017

Benahadux existe. Existe desde el siglo VIII, Banu Abdus. Y en Benahadux hay una peña, en las afueras, a la que llegas después de transitar por un camino que asciende, sin asfaltar. Lleva a un cortijo encalado, espercochado, que mira al Cabo de Gata desde la cima de un otero. Ese cortijo que te brinda la vista espectacular del Cabo, del Valle del Bajo Andarax, del desierto, es “El cortijo la viña”.

Cada semana ofrece un espectáculo de artistas variopintos. El del pasado domingo 5 de marzo fue de un sabor insospechado.

Tomasa, la anfitriona y regenta del local presentó, con excelente criterio, el perfil histórico de la mujer dentro del flamenco. Ni más ni menos, ni mejor ni peor que dentro de otros ámbitos de la vida, es decir, apenas relevante. Ser mujer a lo largo de la Historia, incluso en nuestros días, salvo contadas excepciones, es sinónimo de ninguneo, ñoñería, debilidad y todos esos calificativos despreciables que el hombre se ha encargado de echarnos encima.

Con excelente y documentado criterio, Tomasa explica que fue a partir1830 cuando se empieza a hablar de algún nombre femenino. Normalmente mujeres entroncadas con grandes estirpes flamencas. En la mayoría de los casos mujeres que empiezan a cantar para exteriorizar las penas y sacarse unas perrillas al enviudar.

Pastora Pavón “La Niña de los Peines”, mujer de Pepe Pinto, Dolores Jiménez, “La Niña la Puebla”, mujer de Luquitas de Marchena serían sin duda las dos más punteras, pero no las únicas. Otras mujeres magnas fueron María La Borrico, Mercedes Fernández “La Serneta de Jerez” (famosa por su soleá), Paca Aguilera de Málaga, la Tía Anica la Piriñaca (soberbia especialmente en la seguiriya), María Fernández “La Perrata” (de los Perrate de Utrera), Enriqueta de los Reyes, “La Repompa” (famosa por sus tangos), Pastora Imperio (cantaora y bailaora), Antonia Gilabert, “La Perla de Cádiz” (familia de Camarón). Carmen Linares, Montse Cortés, Estrella Morente, Ginesa Ortega son otras grandes actuales.
Se habla, en definitiva, de la mujer como auténtica transmisora de los cantes. Sin pretenderlo, pues los cantes han sido (y siguen siendo aún) la BSO que acompaña las faenas del hogar (y bien sabemos a quién suele tocarle faenar).

Con esa fantástica introducción, iniciamos un viaje por el tiempo y por los cantes interpretados por mujeres, partiendo de los más antiguos, hasta llegar al pop. Nos acomodamos en el transbordador y nos dejamos guiar por nuestra cicerone sin tregua, Antonia Romero.
Con la velocidad del pensamiento nos sitúa Antonia en los momentos duros que fueron los años de la posguerra. Nos lleva a la Tía Anica la Piriñaca, una de las voces más jondas y afillás del cante. Por tientos, rematando por tangos de la Repompa.

“Siento que me daban, que me estaban dando los ‘suores’ de la muerte cuando me acuerdo de ti. Qué quieres de mi hasta el agüita que bebo te la tengo que pedir”.

Continúa el paseo sublime por verdiales de María la Talega con una bravura sonora desconcertante.

“En la cruz santa del barrio un sereno se dormía, y la cruz le daba voces: ¡sereno, que viene el día! “, (la letra es del cantaor granadino del primer tercio del s XX, Frasquito Yerbabuena, cantada normalmente por fandangos, desde el Cojo de Málaga hasta Enrique Morente y Carmen Linares).

De los verdiales nos lleva al Concierto de Aranjuez, del maestro Rodrigo, con una tesitura vocal próxima a Paloma San Basilio. Aunque la voz de Antonia tiene sabor antiguo, a Jerez, al Chocolate, al Agujeta, a la Tía Anica la Piriñaca, están salpimentada por el contexto actual donde se desenvuelve. Es una mujer de su tiempo, y de la misma manera que encontramos en ella a Caracol, también encontramos a Morente; no a Estrella, al padre, a don Enrique Morente.

De Aranjuez nos catapulta a Cádiz y a sus aires marineros, con unas alegrías de la Perla de Cádiz, tocadas al dos (sí, los flamencos son así, poseen su jerga inexplicable para otros músicos).

Volvemos a Jerez con una de las mejores seguiriyeras de la Historia: Tía Anica la Piriñaca. La voz desgarrada de Antonia, su cante temperamental engarzado en pasión y aplomo, arrancó más de una lágrima entre el público.
“Ay ay ay, qué desgracia la mía (…) que to los pasos que palante doy se me vienen patrás. Como una cosita mía te he mirao yo, pero quererte como yo te quería eso se acabó. Como sé que contigo no me voy a lograr, así mis penas quieren venir pa menos y siempre van a más (…) siente tú mis fatigas, siente mis penas, que yo sentiré las tuyas cuando tú las tengas”.

Continuamos el viaje por bulerías de la Chaqueta, donde la Romero se maneja con una soltura especial para transmitir la devastación que causa amor. Recuerda a Fernanda de Utrera, a Bambino, a María Jiménez.

“Quiero verte una vez más y devolverte aquel mechón de pelo que te di antes de tu falsedad”.

“Tú te vas. Yo me voy. Y al perderte voy ganando (…) ver si sabes decir las cosas de amor que yo te decía tanto”.

Y vira por soleá, meciendo los tercios como Morente.

“No me mientas, libre quiero yo vivir, libre me parió mi madre, vivo tranquila en el mundo que a nadie le he hecho yo ná, a ver quién vive en el mundo con esa tranquilidad”.

“Me preguntan si te quiero, y digo yo que ni verte, te quiero más que a mi vía, con eso engaño a la gente, pa que de mi no se rían”.
La acompaña el toque discreto y sereno de Juan de Dios Santiago, tocaor gitano y analista sanguíneo (sí, el que analiza la sangre cuando te haces una analítica). Los gitanos invisibles existen. Juan de Dios es uno de ellos (qué lástima que se abortara nuestro programa televisivo “Gitanos Invisibles” al no renovar el partido en el poder la licencia a la MTV, la cadena para la que producíamos el programa; el partido en el poder prefirió apostar por el fútbol, así que le quitó la licencia a la MTV y se la dio a la tele del Real Madrid).
Acabamos la ruta con un cuplé por bulerías, ¡al cinco! de Manuel Vallejo, que no hay regla sin excepción.

Después de tan delicioso viaje, no cabe mas que seguirle la pista a esta mujer de extrema sensibilidad y matices, que empezó cantando pop antes de cantar boleros, antes de cantar flamenco.

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